martes, 20 de noviembre de 2007

Mi viaje a Galicia (1era parte: Introducción)

Galicia era un destino que siempre me había quedado pendiente.
Era una ilusión, poder llegar hasta esas tierras escondidas, donde comer, beber y disfrutar de la naturaleza es lo más sencillo del mundo. Siempre me gusto ser una chica de Barcelona, pero al ver y vivir en el verde de Euskadi, despertó esa ansiedad en mi por tumbarme a la sombra de un buen árbol.
Galicia lo tenía todo, lo que nunca había visto, y tan bien recordaba mi abuela de su infancia. Así que me dirigí al aeropuerto del Prat, con una frase en la cabeza: "Galicia, mi aldea!!!".
Después de dos largos meses de verano, cuando el "ir a trabajar" ocupaba la mayoría de mis horas del día, me decidí a coger un avión hacía Santiago, tierra peregrina que todo jóven debe pisar durante su viaje a Orfeo de la madurez.
Así me sentía yo, como una "nena", recién despertada y dispuesta a disfrutar de lo que el viaje me podía ofrecer. Allí estaba Romeo, mi fiel amigo Romeo. Él siempre tan inexpresivo. Así es como le quiero, pendiente de todo sin que nada le altere demasiado como para enfadarse. Si vas a hacer un viaje a Orfeo y necesitas verte mejor a tí mismo para conocerte, lo mejor es ir con un amigo que no tenga pudor en decirte como eres.
Durante mi viaje en avión, Romeo y sus amigos andaban de excursión. Cuentakilometros en mano, bajarón por las Rías Baixas hasta cruzar el Miño y pisar tierras portuguesas.
A mi llegada a Vigo, vinieron a buscarme y empezamos por una buena cena y un par de chupitos que acabarón con dos de nuestras damisellas.
Trás dejarlas arropaditas en la cama, Romeo y yo nos dispusimos a descubrir la noche de Vigo, de la cuál sólo recuerdo una canción. Siemre enamorada de la música de "The Muse", me pasé la noche bailando.

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